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Channel: REBELÐE BUEY
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CuerniX ♠: Haciéndose la Dormida

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Pando (novio de Vero): Esta es Vero, mi novia. No sé cómo consiguió la foto para ponerla en su página (yo solo la estoy compartiendo), creí que ella no sabía de su existencia por haber estado dormida. En fin, resulta que hace dos fines de semana vinieron a casa cuatro amigos míos, a comer un asado y luego a mirar el clásico. Pero después de comer, vinito mediante, y encima que el fútbol la aburre, Vero se tiró a descansar en el sofá. Se quedó dormida al toque. Ojo, no así como la ven: tenía la remera y ese pantalón blanco de gimnasia colocado correctamente. En el entretiempo aproveché y salí a comprar algunas cosas para los muchachos, para la merienda, y al volver, media hora después, la encuentro a ella soñando como cuando la dejé, pero con el pantalón bajado. Me dijeron los chicos que lo hizo sola, dormida. Que primero se movió para uno y otro lado, como incómoda, y luego se subió un poco la remera y se bajó el jogging, como si tuviera calor. O soñara algo. La foto la sacaron ellos, de broma, para burlarse luego de ella. A mí, la verdad al principio no me hizo mucha gracia, los cuatro mirándole el culo a mi novia y viéndola en ropa interior. Pero como me dijeron luego: tampoco era tan grave, y ellos no habían hecho nada. Por supuesto les hice darme la memoria donde estaba la imagen. Supongo que Vero encontró la tarjeta, le gustó la foto y la subió. En fin, esta vez tuve suerte porque no pasó nada, pero hay que tener cuidado.



Lucio (amigo de Pando): Sí, hay que tener cuidado. Yo también una vez encontré a mi mujer en bombacha y corpiño, rodeada de tres amigos míos, pero también tuve suerte y no pasó nada.

Enrique (amigo de Pando): Se ve que es muy común, la noche antes de mi casamiento fui a ver a la que ahora es mi mujer y la encontré con dos amigos en la habitación, pero también tuve suerte, no estaba desnuda, solo le mostraba la ropa interior que iba a usar enla noche de bodas conmigo.

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Vero (novia de Pando): Hola, chicos!! El cuerno tenía escondida esta foto, pero a mí no me puede ocultar nada. Esta la sacaron los amigos de mi novio, una tarde en que el pelotudo tuvo la mala idea de dejarme a solas con esos cuatro sátrapas, uno de los cuales, Martincito, ya me venía cogiendo desde hacía dos años. Yo me estaba haciendo la dormida en el sillón, y ya les había apuntado con mi colita, como para provocarlos. Apenas mi novio salió, hice como si me bajara el pantalón, pero soñando. Como los conozco, especialmente a Martín, sabía que no iban a dudar un segundo, y se vinieron hasta mi cola. Siguiendo con la idea de que estaba dormida, Martín hizo callar a los otros y se  colocó detrás mío, apoyó una mano en mi nalga de arriba y otra en el muslo y me acarició. Yo seguía con los ojos cerrados, pero sabía que era él. Enseguida con la mano del muslo fue a correrme la tanguita ahí abajo, en la concha, se agarró el vergón que ya lo tenía duro como una piedra, y despacito, bien despacito, me la fue enterrando en la conchita, ante la vista y el silencio de los otros tres.
Me la empezó a meter así, suave. Yo estaba húmeda pero no tanto, así que tuvo que serruchar un par de veces hasta empezar a enterrarla seriamente. El murmullo de los otros me aceleró la mojada.
—Qué buena que estás, putita… —me murmuraba, como si no me quisiera despertar.
Y comenzó a clavar más fuerte, y más profundo. Yo estaba que volaba, encima le sentía el vergón en 90 grados, el ancho en mi vertical, porque yo estaba recostada. Me serruchó un buen rato, mientras yo seguía dormidita, aunque mi respiración ya era más pesada. La de él también, especialmente cuando los pijazos ya entraban hasta los huevos.
—Dale, boludo —murmuró otro de los amigos—. Que el cornudo fue acá nomás.
Ahí Martín se aflojó y comenzó a acabarme.
—Oh, Diossss…
Y yo a sentir toda la tibieza por adentro.
—Cada vez me gusta más cogerme a esta pendeja…
Imagino que el comentario de Martín habrá sorprendido a los otros, se supone que no sabían que este hijo de puta me venía cogiendo.
Sentí el vergón salirse y se escuchó un ruido de chupón. Enseguida sentí otras manos en la nalga y otra vez me corrieron la tanguita para un costado. No sabía en ese momento quién era, pero me la clavó de una, bien adentro, aprovechando que ya estaba lubricada y enlechda. Me bombeó rápido y a buena velocidad, y bufando muy sonoramente. La verdad que este no la tenía tan grande, más o menos como la del cuerno, y en dos minutos me llenó de leche.
Martín fue a la ventana mientras el tercero me separaba la tanguita y me apoyaba la cabeza de la verga. Ya en el puerteo me di cuenta que era una pija de las grandes. Comenzó a clavar. Dios, sentía cada centímetro entrarme y abrirme, ¡tenía una botella por pija! Luego Martin me diría quién era, y por supuesto al día de hoy  ya me coge regularmente, incluso a veces junto con Martín.
—¿Viene? —le preguntó a Martín mientras me la mandaba hasta el fondo. Ya no susurraban. Era obvio que sabían que estaba despierta, aunque me hiciera la dormida.
—No, no, pero apurate.
Y el cuarto, más desesperado:
—Dale, boludo, que yo también me la quiero coger.
Así de costadito me siguió bombeando, un rato más largo del que pensaba, con el cuarto amigo desesperado, exigiéndole que me acabe. Pero se ve que este turro me quería disfrutar bien.
Al final me acabó en medio de un orgasmo bastante escandaloso. Sentí cómo se le infló la verga, cómo se le endureció y me echó un litro de leche. Me rebalsó, el hijo de puta, incluso cuando la sacó me salió leche que fue a recorrer mi muslo de abajo.
—¡Salí, salí de ahí! —lo fue a sacar el cuarto, hecho un manojo de ansiedad.
—¡Ahí viene el cuerno! —anunció Martín.
—¡Yo le entro igual!
El cuarto me la metió así como venía, y fue tan fuerte que me hizo ver las estrellas.
—Boludo, ahí viene, no te la podés coger...
—Yo también se la voy usar, ¡soy tan amigo como ustedes!
Y comenzó a bombearme. La verdad, me dio miedo, el jueguito parecía irse de las manos.
El cuarto me tenía agarrada de la nalga de arriba y me daba con todo, sacudiéndome en el lugar.
—¡Dale, boludo, acabale ya!
Como no dejaba de cogerme, les dijo:
—¡Trabá la puerta!
Martín lo habrá mirado como si estuviera loco.
—¿Con qué? ¡Estás en pedo? ¡Se va a avivar!
—Poné una silla, una llave en la cerradura, no sé… ¡Necesito unos segundos nada más!
Alguien fue a la entrada y puso algo, y el cuarto comenzó a acelerar la serruchada.
Se oyó la cerradura en la puerta, la llave fallar, e intentar otra vez. El cuarto me seguía bombeando y por suerte anunció:
—Te acabo, putón, estás demasiado buena…
La cerradura volvió a hacer ruido de llaves forzando.
—¡¡Ahhhhhhhhhh…!! ¡¡Por Diosssss… qué buena estáááássss…!!
Y me empezó a llenar de leche, mientras el cuerno en la puerta se rindió:
—Hola, ¿me pueden abrir? Se trabó la llave.
—Sí, puta, sí… —seguía deslechándose el desubicado del último.
—¡Dale, hijo de puta, que si Pando te descubre no te la vas a poder coger nunca más!
El último terminó de acabarme y retiró la pija con velocidad. Martín ya llegaba a la puerta. Me corrieron la tanguita y la adecentaron, y una mano me limpió en seco el semen que me chorreaba por el muslo de abajo.
Martín le abrió al cornudo, justo para encontrar a sus amigos mirando el partido y a las puteadas con el árbitro. No tuve tiempo de subirme el pantalón de gimnasia.
—Qué raro lo de la puerta… —se quejó mi novio antes de verme casi en bolas—. En esta casa las cerraduras siempre se abren re fácil.
Más fácil de lo que él cree.

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