Quantcast
Channel: REBELÐE BUEY
Viewing all articles
Browse latest Browse all 423

Dame un Segundo - Capítulo 39

$
0
0
DAME UN SEGUNDO
Capítulo 39: La Charla

Por Rebelde Buey


Fue uno de esos fines de semana raros, de esos que sucedían una vez por año o menos. Cuando la casa de Tiffany quedaba sola.
Las primeras épocas, cuando algo así sucedía, era toda una revolución y utilizábamos la oportunidad para armar una fiesta con dos o tres parejas y varios machos, como expliqué alguna vez. Pero ahora había pasado algo de tiempo y la euforia partucienta había menguado un poco. La novedad ya había pasado, supongo, pero, además, las chicas estaban descubriendo que resultaba mucho mejor un desenfreno menor pero de mayor calidad.
Aquel no iba a ser un fin de semana completo pero tendrían todo el sábado y buena parte del domingo para ellos. Bueno, para ellos y algunos otros. Tiffany ya tenía todo más o menos organizado: estaría con Ezequiel hasta la media tarde del sábado, cuando caería Maurito, el primero de una pequeña lista de machos. Pero también quería hablar sobre lo que les estaba pasando. A ella y a él. Lo que había dicho Ash el día anterior en la estación de tren parecía razonable y hablar de temas delicados en medio de una situación de cuernos siempre la favorecía. No era enteramente manipulación, sino también protección. Protección de la pareja.
Ezequiel sabía de antemano que su novia no lo dejaría tocarla hasta el domingo por la tarde cuando se retirara el último de sus machitos. También calculaba que no podría siquiera subirse a la cama matrimonial de la madre. Esto lo excitaba, pero mimar a Tiffany en la camita de una plaza de ella lo calentaba de una manera morbosa e instantánea. La había visto a su novia coger con otros allí tantas veces que cada rincón del catre tenía un pedazo de historia. De excitante historia.
Esa tarde, la camita de Tiffany volvería a confirmar esa sentencia.
La rubia se recostó boca abajo lentamente, como disfrutando cada uno de sus perezosos movimientos. Le sonrió con la satisfacción de lo que sabía iba a suceder. Ezequiel se arrodilló en el suelo, junto a la cama, y estiró un brazo para acariciar esas piernas perfectas.
—Mmmm… —ronroneó Tiffany. Estaba en medias y minifalda, muslos desnudos y con una camisetita sin mangas.
—Te voy coger —anunció Ezequiel con lujuria.
La rubia lo miró con una sonrisa pícara y movió la cabeza negativamente.
—No, no, no… Hoy no te toca…
—¿Mañana, recién?
—Mañana… si es que te portás bien… —Tiffany cerró los ojos al sentir los labios de su novio sobre sus muslos, en un beso cálido y placentero.
—Bueno, entonces hoy a la noche, después de las 12.
—No, no, no… Esta noche dormís en esta camita, mi amor… solito.
Eze siguió besándola y acariciándola. Le levantó delicadamente la falda y la cola redonda y perfecta le llenó los ojos. Conocía los arreglos que había hecho Tiffany para pasar la noche con dos de sus amantes en la cama matrimonial de la otra habitación. Y tuvo una repentina erección.
—Te amo —le dijo entre lujurioso y romántico.
—Mmm… —volvió a ronronear Tiffany. Ezequiel le seguía besando las nalgas, se las mordía dulcemente, hurgaba con un dedo juguetón entre su sexo.
—Quiero cubrir todas tus necesidades, mi amor…
—Ya las cubrís, Eze… Ya las cubrís… —Tiff paró la cola apenas, para facilitar la tarea—. Y lo que no cubrís… no te preocupes… —sonrió—. Siempre hay alguien desinteresado dispuesto a… ¡Uhhhhhh….!
El dedo de Eze causaba sus efectos.
Tiffany abrió los ojos y giró su rostro hacia su novio.
—Mi amor —le dijo—. ¿Y a vos quién te cubre las necesidades?
Ezequiel se detuvo: —¿Eh?
—Las necesidades que yo no puedo cubrir…
Ezequiel dejó de besarla pero siguió acariciándole amorosamente la cola.
—Vos cubrís todo…. ¿De qué hablás?
—¿Nunca tuviste ganas de estar con otra chica? Así como yo estoy con otros…
—No. Sabés que no.
—¿Nunca fantaseaste con… digamos… Cherry… o alguna otra…?
—¿Vamos a hablar de Cherry ahora? ¿Vamos a pelearnos otra vez en medio de este fin de semana que planeamos?
—No, no nos vamos a pelear. Pero lo que ayer dijo Ash tiene sentido… Algo nos pasa, ¿no?
—Sí, supongo… ¿Pero tenemos que hablarlo ahora?
—Yo estuve pensando… y creo que sé lo que me pasa a mí… Pero no sé a vos… Pienso que podés desear a otra chica… es algo normal…. Y por ahí Cherry te despierta alguna fantasía…
—No, mi amor. Cherry está buena, no te lo voy a negar, ¡pero al lado tuyo es un bicho canasto!
Tiffany rió complacida y, quizás, aliviada.
—¿No te gusta ninguna chica? No te creo.
—Claro que me gustan otras chicas. No soy de hielo. Está lleno de chicas lindas, pero… Nada. Jamás haría nada con ninguna.
—¿Nunca te despertó nada Cherry? ¿Ni siquiera hace unos años?
—La verdad, nunca. Preferiría darle a Luana.
Tiffany abrió los ojos con sorpresa y se dio vuelta.
—¡Puto! —le dijo, y le pegó un almohadonazo mientras reía.
—¡Y bueno, vos me preguntaste, boluda!
—¿Le darías a Luana?
—No. No sé… O sea, no me imagino con nadie que no seas vos…
—Yo tampoco me imagino con nadie que no sea con vos… —sí, era Tiffany la que hablaba. Y sí, era muy sincera. Claro, no hablaba de la cama, sino de amor—. Yo puedo arreglar para que cojas una vez con Luana.
Había un brillo raro en la mirada de Tiffany, y Ezequiel la conocía demasiado para no saber de qué se trataba.
—Me estás probando, boluda… Te conozco.
Tiffany estalló en una carcajada, nerviosa.
—Y bueno, ¿querés que arregle o no?
—¡Andá a cagar!
—¡jajajaja!
—Lo más probable es que ni se me pare con otra. Nada más que de los nervios y la culpa de no estar con vos.
Tiffany se acercó a él y lo besó dulcemente.
—Yo tampoco te veo con otra. Y mucho menos con Luanita, pero… Preferiría que cojas con ella y no con Cherry.
—Otra vez con Cherry…
—Amor, es obvio que por algo no le cortaste el rostro a Cherry… Se me ocurrió que quizá, aunque sea inconscientemente, la dejaste ahí, a tus pies, para… no sé, para sentirte más macho, más hombre… no sé cómo decirlo…. Como para sentirte que sos suficientemente hombre como para que otra mina esté atrás tuyo.
Ezequiel la miró en silencio un buen rato, casi sin expresión en su rostro. Respiró profundo.
—A veces sos tan nena y a veces tan… aguda…
Fue a abrazarla y se besaron largamente recostados en la camita.
—Sos más hombre que muchos de los machos que me cogen.
—Ya lo sé, ya lo sé…. Y sé cómo pensás, pero por ahí es como vos dijiste… “inconscientemente”. No sé, yo en general no pienso en mi hombría, pero no te voy a negar que alguna vez dudé… Bueno, qué se yo… Nuestra relación es muy particular… cogés con un montón de  flacos, me decís que todos te cogen mejor…
—Sabés que eso es un juego.
—Ya sé, ya sé. Y me gusta, pero… no sé… Igual, no te preocupes. Quizá a Cherry no le corté para sentirme importante… pero nunca te cagaría…
—Está todo bien… Si alguna vez te hace falta un desahogo…
—No, está bien…
—Hay chicas que te tienen ganas. Cherry…
—Olvidate de Cherry.
—Ash…
Ezequiel se congeló casi literalmente. Quedó petrificado en su posición, mirando a su novia y escuchando el eco de esa última frase.
El grito estridente de un timbrazo cortó el silencio en dos.
—Maurito… —pronunció Tiffany.
—Ahora le abro —se apresuró Ezequiel— y seguimos la charla mañana…
—¡Las pelotas! —Tiffany se levantó de la cama— Yo voy a abrir. Vos quedate acá que tenemos que terminar esto.
Salió de la habitación para ir a la puerta pero no regresó enseguida. Como a los diez minutos volvió toda agitada y con ese brillo en el rostro tan característico de ella.
—¿Te cogió en estos diez minutos? —le cuestionó Ezequiel con una sonrisa, apenas la rubia cruzó la puerta—. ¡No podés ser tan puta!
—Algo así. Es que se tiene que ir en un rato y no quería esperar. Lo dejé cogerme un poquito pero el boludo no acababa. Así que me vine y lo dejé recaliente esperándome.
—Vayan a coger. Nosotros podemos hablar cuando…
—No. Quiero hablar ahora. ¿Por qué te callaste cuando la nombré a Ash? ¿Te la querés coger?
—Por favor… No metamos a “la Pioja” en esto.
—¿Fantaseaste con ella alguna vez, también?
—Tiff, no estires la cuerda. Ash es tu mejor amiga, no quiero que te pelees con ella…
—No me voy a pelear con nadie.
—Por favor, andá a coger con Maurito que está esperando…
—¿Con Ash se te pararía?
—Tiff, por favor…
—¡Con Ash se te pararía!
—¡Tiff! —suplicó Ezequiel.
—¡Tiff! —reclamaron al otro lado de la puerta.
Pero nadie esperó ninguna respuesta. Maurito entró sin pedir permiso.
—Me tengo que ir en un rato, boluda. Le prometí a mi viejo ir a ayudarlo con la camioneta… ¿Cogemos o no?
Ezequiel decidió intervenir.
—Estamos en medio de una discusión de pareja.
—¡Al carajo! —se sinceró Maurito— Vení que te doy maza mientras discutís con el cornudo….
—¡Ey! —saltó Ezequiel.
Tiffany rió. Había algo en toda la escena que Ezequiel no comprendía. Había confesado sin admitirlo que Ash no era igual a Luana, Cherry, o cualquier otra. Sin embargo, la distención en ella y su ánimo jocoso iba en sentido opuesto a lo que esperaba.
El llamado Maurito era un gigantón de dos metros, espaldas anchas y cara de bebé. Era el menor de tres hermanos mucho más bajos que él y el dueño de una pija no demasiado prodigiosa pero sí bien ancha, de la que Tiffany parecía fascinada.
Maurito arrojó a la rubia a la cama.
—Quedate de rodillas, tipo perrito —le pidió mientras  se desabrochaba el pantalón.
—Eze, mi amor… —pidió Tiffany en cuatro patas sobre la cama— ¿No lo vas a ayudar?
Ezequiel suspiró sorprendido, fue hacia ella, le levantó la minifalda y le bajó la tanga blanca. Maurito ya estaba detrás de ella con la pija dura, a punto de penetrarla.
—¿Así nomás? —reclamó Ezequiel.
—Es que me tengo que ir y recién tu putita me dejó recaliente.
—Bueno, yo me voy… —dijo Ezequiel, aunque no se movió. Maurito comenzó a penetrar a su novia.
—Mi amor… Uhhh… —Tiffany trataba de hablarle a Ezequiel, aunque parecía que iba a perder la concentración en cualquier momento.
—¿Q-qué…? —Eze quitó la vista de la serruchada que ya comenzaba a ejercerse.
—Después seguimos la charla, ¿sí? —Y Tiffany volvió a ser la de siempre—. ¡Ahhhhhhhhhhhh…!



Estaban en la cocina. Tiffany haciendo unos sándwiches para los dos y Ezequiel enjabonando la tanga que su novia había utilizado dos horas antes con Maurito.
—No me molesta que quieras… cogerte a Ash.
—Yo no la tocaría…
—Es una linda chica… Enjuagame la tanguita bien, ¿eh?
Ezequiel se rió por la chicana de la rubia, que lo miraba sonriendo.
—Ya sé que es una linda chica…
—Ash es dulce. Es hermosa. Nos quiere como a nadie. Y yo confío en ella tanto como en vos —Tiff miró a su novio a los ojos. Parecía en paz—. Si tenés que cogerte alguna vez a otra chica, prefiero que sea con ella.
—Olvidate, mi amor. Yo no voy a…
Tiffany volvió a mirarlo. Le hizo soltar la tanga, lo tomó de las dos manos y lo besó en los labios brevemente. Estaba queriéndole decir algo pero Ezequiel no la entendía.
—Si alguna vez tenés necesidad de cogerte a otra mujer… si alguna vez sentís el deseo de estar con otra… me gustaría que sea con Ash.
Eze asintió son sus ojos, como una manera de ganar tiempo y analizar lo que acababa de escuchar.
—¿Me perdí algún capítulo?
—No te hagas el bobo… Ash te tiene ganas.
—Creo que lo de Ash es otra cosa.
—Te besó ayer en el boliche. ¿Te gustó?
—También te besó a vos.
—¿Te gustó?
Ezequiel se debatía entre negarlo, dar vueltas sobre el asunto o aceptárselo. Bueno, negarlo no era en realidad una opción, pero tampoco quería herir la susceptibilidad de su novia. Finalmente suspiró, casi vencido.
—Me encantó —dijo, con un tono que parecía cercano a la tristeza.
Tiffan sonrió como si hubiera ganado alguna apuesta de la que solo ella había tenido conocimiento.
—¡Lo sabía!
—¿No te jode?
—Me jodería que me mintieras.
—¿Y a vos…? ¿Te gustó que te besara?
Tiffany también suspiró, pero como buscando una explicación.
—Mmm… Qué pregunta difícil… Estaba demasiado sorprendida como para fijarme si me gustó o no. Pero sí me gusta Ash.
Ezequiel la amonestó con un gesto deliberadamente sobreactuado. Tiffany agregó:
—Es dulce… es linda… es suavecita… ¡La adoro!
Ezequiel no pudo evitar una risotada espontánea.
—¿Es “suavecita”? ¡jajaja! ¡Qué hija de puta! ¡Pensé que era nuestra mascota, ahora resulta que es nuestro peluche!
Tiffany también rió, pero de pronto se puso seria para mirar a su novio a los ojos.
—Quisiera verlos juntos.
Ezequiel se quedó nuevamente duro.
—¿A  “la pioja” y  a mí?
—No, a vos y a mi tía. ¡Claro que a “la pioja” y a vos! No digo hoy ni mañana. Pero algún día… Son las dos personas que más quiero y en las que más confío…
Ezequiel no supo qué decir. Ni siquiera supo cómo mirar a Tiffany. Lo único que tenía claro era que todo aquello era muy pesado y que, aunque sonara muy lindo, muy excitante, muy novedoso, también podía convertirse en un problema de dimensiones inabordables.
El timbrazo los sobresaltó. El segundo macho del fin de semana había llegado.
—¡Carajo, ya empezaron a llegar tus otros “otros” y yo otra vez me quedé sin cogerte!
Tiffany sonrió divertida.
—Por lo menos vas a poder quedarte acá comiendo un sándwich, yo ni siquiera eso…
Y le guiñó un ojo y fue a abrir la puerta para ir a jugar.

FIN - Capítulo Completo


Viewing all articles
Browse latest Browse all 423